Foto del monumento a Cristóbal Colón publicada en 1899 en la página 272 del Vol. I del libro Our Islands and their People. Este monumento, obra del escultor genovés Aquiles Canessa, fue inaugurado en la Plaza Colón del Viejo San Juan con motivo de la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de Puerto Rico.
Un grabado del monumento fue publicado en la portada de la edición del 21 de mayo de 1894 de la revista La Ilustración Artística.
En esta edición de la revista aparece una reseña por Manuel Fernández Juncos (1846-1928) sobre la celebración del cuarto centenario, la cual reproducimos a continuación:
EL CENTENARIO DE PUERTO RICO
Preliminares y accidentes. – La cuestión de Melilla. – El monumento a Colón. – Festejos y actos cívicos. – La Exposición. – Congresos y reuniones. – Certamen del Ateneo.Puerto Rico ha celebrado también su Centenario. Hace algún tiempo que se agitaba en esta isla el propósito de conmemorar dignamente la fecha en que la civilización europea vino a extender aquí sus beneficios, en nombre de un pueblo heroico y grande y del signo religioso de la cristiandad.
Primero se indicó la idea de una fiesta cívica en Mayágüez, cuyo puerto se había señalado por algunos historiadores como el sitio probable donde Colón y sus compañeros habían desembarcado para tomar posesión de esta tierra. Estudios históricos recientes, fundados en el mismo Diario de Colón y en relaciones coetáneas que coinciden con la tradición oral de estos isleños y con la existencia de una ermita con que se había señalado aquel acto en las márgenes del río Culebrinas, vinieron á favorecer la creencia de que el desembarco de los descubridores se había hecho en la desembocadura de este río, que pertenece á la antigua villa de Aguada. Más tarde se suscitaron discusiones acerca de algunas frases del doctor Chanca, médico andaluz que acompañaba al descubridor en su segundo viaje, y no faltaron argumentos para asignar al pueblo de Guayanilla ó Guadianilla como se llamó en otros tiempos, el honor que ya reclamaban Mayágüez y Aguada.
Estas rivalidades, manifestadas con cierta vivacidad en periódicos y folletos, dificultaban la celebración del Centenario en cualquiera de estos puntos, y se optó, á iniciativa de la Asociación de la prensa, por celebrarlo en la capital, para darle á la fiesta un carácter más amplio, que representase á todos los pueblos de la isla.
Se constituyó una junta con este motivo y dentro de ella una comisión ejecutiva; el gobierno y las corporaciones populares favorecieron el pensamiento con cuantiosos auxilios en metálico y dieron principio a los trabajos preparatorios para las fiestas que debían comenzar el 14 de noviembre en que se cumplían 400 años del descubrimiento. Se abrió un concurso en Italia para adquirir un monumento artístico en honor del gran almirante; se preparó una variada serie de espectáculos y se acordó por último celebrar una Exposición en la que pudiera manifestarse el grado de cultura y de progreso general que hoy alcanza el país.
Cuando iba aproximándose la fecha referida, ocurrió el conflicto hispano-marroquí con la muerte del general Margallo y de algunos valientes compatriotas de la guarnición de Melilla, y bajo la dolorosa impresión de esos sucesos y temiendo el desarrollo de complicaciones bélicas, que parecían inminentes en aquellos días, hubo de suspenderse aquí toda manifestación de regocijo, y la fiesta del Centenario quedó aplazada hasta que llegasen noticias favorables de la metrópoli.
No se hicieron éstas esperar mucho, y el día 25 de diciembre quedó abierto el período de las fiestas del Centenario.
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Entre los varios proyectos presentados en el concurso para el monumento que había de erigirse aquí en honor de Colón fué preferido el del reputado escultor genovés Aquiles Canessa, por ser el de mejores condiciones artísticas y el que mejor se acomodaba á las condiciones locales y aun al hecho que con él se trataba de conmemorar. Sobre un amplio basamento de mármol gris, producto de canteras de Puerto Rico, se eleva el monumento en gradería de gallarda forma y de hermoso granito. Sigue después el zócalo de mármol blanco de Carrara, con atributos de marinería golfines y bajos relieves de bronce, terminando en una columna estriada de seis metros y medio de alto, hecha de un solo bloque y que sostiene la hermosa escultura. Esta ésta en actitud natural, mirando algo más arriba del horizonte, con la gorra en una mano y estrechando con la otra el pendón de los Reyes Católicos. Su rostro noble y severo se destaca gallardamente sobre el azul con gran pureza de líneas, y hay en toda la figura una expresión de reposo y de dignidad verdaderamente admirable. Los bajos relieves representan la salida de Colón del puerto de Palos, su llegada al Nuevo Mundo, la escena de su presentación en la corte de Barcelona y las naves de la segunda expedición, en la cual fue descubierta esta isla. En todo el monumento no hay más que este rótulo sencillísimo:
PUERTO RICO Á CRISTÓBAL COLÓN
El acto de la inauguración del monumento (11 de febrero último) fué una verdadera solemnidad. Se construyeron dos templetes en la misma plaza, que desde ese día lleva el nombre de Colón; en uno se celebró misa de campaña ante las fuerzas del ejército y la marina que guarnecen esta ciudad, y en el otro estaba el gobernador general, acompañado de las corporaciones populares, el cuerpo diplomático, los representantes de la administración y de la prensa y comisiones de varios centros y sociedades. Terminado el acto religioso, y á una señal convenida, quedó descubierta la estatua en medio de la admiración y el regocijo de la extraordinaria multitud de personas allí reunidas.
Acto continuo, los artistas de la compañía de ópera, catalanes en su mayor parte, cantaron el magnífico himno El descubrimiento de América, compuesto por el maestro Firppo y cantado en Génova cuando se inauguró allí, hace poco más de un año, la famosa estatua de Colón. La juventud portorriqueña organizó en seguida una brillante manifestación en honor de Aquiles Canessa, autor del monumento. Todo ese día fué de gala y de fiesta para la ciudad, y por la noche hubo gran retreta militar y fuegos artificiales de gran aparato decorativo.
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Precedieron y siguieron á estos festejos otros muchos de diversa índole que dieron gran variedad y animación al festival del Centenario; pero el más trascendental é importante de todos fué sin duda la Exposición, que sin llegar á universal – porque no podía serlo en un país de tan poca extensión, sin grandes recursos y sin una propaganda previa de mucho tiempo – resultó algo más que una exhibición de productos y artefactos locales. Concurrieron á ella expositores de Cuba, de la península (Cataluña, Castilla, Asturias y Andalucía, principalmente), de Francia, Italia, Suiza, Inglaterra, los Estados Unidos americanos y otros diversos países, y fué muy notable el número de objetos presentados en sus diversas secciones, sobre todo en las de productos agrícolas é industriales para alimento, productos químicos y medicinales, instrumentos para las artes y la industria y obras del ingenio humano. Se dedicó en ella una sección especial para exhibir labores artísticas é industriales de la mujer, y ha llamado notablemente la atención por la abundancia y variedad de objetos y por las excelentes aptitudes que en ellos han revelado las portorriqueñas para el trabajo artístico y de utilidad doméstica. Hay allí labores de punto, de calado, bordado en infinitas formas, de tapicería, de ornamentación, de indumentaria, industrias productivas y aun verdaderas obras artísticas que merecen el más alto elogio de los visitantes.
En la sala de Bellas Artes se exhiben también obras de mérito. Hay dos cuadros del pintor barcelonés D. Federico Raurich, que llaman la atención de los inteligentes por el profundo sentimiento de la naturaleza que el artista revela en ellos, así como por la corrección del dibujo y la valentía del color. Entre las obras de pintores portorriqueños se distinguen algunos paisajes y casi todos los retratos de Oller, dos cuadros de género de Adolfo Marín, un paisaje de Durán y alguno que otro estudio de Jordán y de Amparo Fernández. Aunque no figura en la sala y fue preciso hacer una casa especial para exhibirlo, á causa de su colosal tamaño, no se debe prescindir en esta reseña de El Velorio, magnífico lienzo de Oller, admirable por el estudio de la luz y de la atmósfera y por el realismo de las figuras, que son más de veinte en primer término y de tamaño natural. Fué un verdadero esfuerzo del artista (un aventajado discípulo de Courbet), con el propósito de concurrir á la próxima Exposición de pinturas de París.
En la sala de esculturas son dignas de mención dos estatuas de mármol y un busto del general Dabán, obras de Aquiles Canessa, y algunas imágenes sagradas de los talleres de Llobet y Renat, de Barcelona.
Hay también una sección numerosa de dibujos (blanco y negro), aunque de menor importancia artística que las dos anteriores.
En el departamento de pianos hay ejemplares magníficos, procedentes de las fábricas más acreditadas de París, Berlín, Hamburgo, Barcelona, etc., y un órgano de los que construye en Nueva York la AEolian Music Company, que es una maravilla de mecánica musical.
La sección de literatura y ciencias no obtuvo contingente alguno del exterior, y aun resulta algo pobre con relación á los elementos intelectuales del país.
En el departamento de máquinas agrícolas é industriales figuran algunas procedentes de Inglaterra y los Estados Unidos, distinguiéndose entre las de este último país unas prensas tipográficas de The Liberty Machine Works, de función muy precisa y rápida y de ingeniosísima forma.
Entre los productos de la industria antillana sobresalen por su riqueza y variedad las instalaciones de las tabaquerías de la Habana y ·alguna que otra de Puerto Rico.
Las dimensiones de esta reseña nos obligan á citar solamente algo de, lo más culminante entre lo que llena casi por entero las ocho grandes salas y sus galerías anexas del palacio de la Exposición, que es el mismo que ocupaban hace algún tiempo los padres de la Compañía de Jesús y su Instituto de segunda enseñanza. Es un edificio de gran amplitud, construido en una de las más pintorescas inmediaciones de esta ciudad y rodeado de jardines y arboledas. En estas dependencias del palacio se han construido kioscos, casetas, establos para la ganadería, tiendas de campaña, estanques y fuentes, una montaña rusa, un laberinto, una sala de tiro, un fonógrafo de Edisson y otros medios de agradable y útil recreación.
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Dentro del período del Centenario, y como complementos de la Exposición, se han celebrado también juntas, congresos, asambleas y reuniones profesionales y el Ateneo Portorriqueño, secundado por la Sociedad Económica de Amigos del País, ha organizado un certamen científico, literario y musical de verdadera importancia, cuya distribución de premios se celebrará en breve, como uno de los actos finales de la serie á que nos referimos. Durante la temporada del Centenario, que ya llega á su fin, esta ciudad y la Exposición vecina se han visto favorecidas constantemente por la gente más culta y distinguida del país, y no han faltado tampoco numerosos visitantes de Cuba y del exterior.
Como pueblo culto y amante de su ascendencia, Puerto Rico ha cumplido su deber conmemorando dignamente la ocasión primordial de la conquista, que le dió civilización y nacionalidad gloriosa. Como pueblo comercial y productor, ha sabido elegir, celebrando una Exposición sin estrecheces ni exclusivismos locales, el medio más á propósito para propagar las excelencias de sus productos naturales, conocer bien los de otros países y ampliar y perfeccionar sus relaciones con el mundo civilizado.
MANUEL FERNÁNDEZ JUNCOS
Localización del monumento a Cristóbal Colón
Hemos incorporada ésta foto a nuestro Mapa interactivo de fotos históricas de Puerto Rico, el cual incluye una gran cantidad de fotos históricas geolocalizadas sobre un mapa de Puerto Rico.
Puede descargar copia digital del libro Our Islands and Their People (volumen I y volumen II) en el portal Internet Archive.
Puede ver y descargar copia digital de la edición del 21 de mayo de 1894 de la revista La Ilustración Artística en el portal Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
Fuentes: Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, Internet Archive.
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