La versión digital de el periódico El Nuevo Día publicó hoy 13 de mayo de 2017 una crónica de Mariela Fullana Acosta sobre el depósito de obras del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP). Este depósito contiene cerca de 60,000 de arte puertorriqueño en siete grandes colecciones.
Según narra Fullana Acosta:
“Hay que conocer el meollo del asunto”. Con esa esperanza y con una pasión que no abandona la sonrisa, la auxiliar conversadora finalmente nos abre una de las tres puertas del depósito. “Adelante”, nos dice. Entramos. A primera vista no vemos piezas. Observamos decenas de anaqueles grisáceos, pegados unos a otros. Van del piso al techo, formando una especie de pared falsa. En el centro de cada mueble hay una especie de manivela que la experta gira con su mano. De repente, los anaqueles comienzan a separarse lentamente dejando una hilera en el centro para caminar. Y ahí aparecen, decenas, cientos, quizás miles, de tallas de santos en madera. Reyes Magos, vírgenes y diversos santos que no alcanzamos a identificar. Algunos desgastados, sin manos, sin brazos, pero de pie. En una tablilla un Norberto Cedeño, en otra un Florencio Cabán y de frente, las famosas 11 mil vírgenes de Claudio Pacheco. Todas esas manos juntas al alcance de la mirada. Boquiabiertos, nos retiramos de ese salón. Nuestra guía dice que le encantan los santos, pero no tiene ninguno. No puede. “Nosotros no podemos coleccionar porque eso nos pondría automáticamente en un conflicto de interés”. Aquí también está depositada la ética.
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